《總統(tǒng)先生》西班牙語(yǔ)(西班牙留學(xué)網(wǎng)xibanya.liuxue86.com)
XXXV
Canción de canciones
—Si el azar no nos hubiera juntado... —solían decirse. Y les daba tanto miedo haber corrido este peligro, que si estaban separados se buscaban, si se veían cerca se abrazaban, si se tenían en los brazos se estrechaban y además de estrecharse se besaban y además de besarse se miraban y al mirarse unidos se encontraban tan claros, tan dichosos, que caían en una transparente falta de memoria, en feliz concierto con los árboles recién inflados de aire vegetal verde, y con los pedacitos de carne envueltos en plumas de colores que volaban más ligero que el eco.
Pero las serpientes estudiaron el caso. Si el azar no los hubiera juntado, ¿serían dichosos?... Se sacó a licitación pública en las tinieblas la demolición del inútil encanto del Paraíso y empezó el acecho de las sombras, vacuna de culpa húmeda, a enraizar en la voz vaga de las dudas y el calendario a tejer telarañas en las esquinas del tiempo.
Ni ella ni él podían faltar a la fiesta que esa noche daba el Presidente de la República en su residencia campestre.
Se encontraron como en casa ajena, sin saber qué hacer, tristes de verse juntos entre un sofá, un espejo y otros muebles, fuera del mundo maravilloso en que habían transcurrido sus primeros meses de casados, con lástima uno del otro, lástima y vergüenza de ser ellos.
Un reloj sonó horas en el comedor, mas le parecía encontrarse tan lejos que para ir allí tuvieron la impresión de que había que tomar un barco o un globo. Y estaban allí...
Comieron sin hablar siguiendo con los ojos el péndulo que les acercaba la fiesta a golpecitos. Cara de Ángel se levantó a ponerse el frac y sintió frío al enfundar las manos en las mangas, como el que se envuelve en una hoja de plátano. Camila quiso doblar la servilleta; la servilleta le dobló las manos a ella, presa entre la mesa y la silla, sin fuerzas para dar el primer paso. Retiró el pie. El primer paso estaba ahí. Cara de Ángel volvió a ver que hora era y regresó a su habitación por sus guantes. Sus pasos se oyeron a lo lejos como en un subterráneo. Dijo algo. Algo. Su voz se oyó confusa. Un momento después vino de nuevo al comedor con el abanico de su esposa. No sabía qué había ido a traer a su cuarto y buscaba por todos lados. Por fin se acordó, pero ya los tenía puestos.
—Vean que no se vayan a quedar las luces encendidas; las apagan y cierran bien las puertas; se acuestan luego... —recomendó Camila a las sirvientas, que les veían salir desde la boca del pasadizo.
El carruaje desapareció con ellos al trote de los caballos corpulentos en el río de monedas que formaban los arneses. Camila iba hundida en el asiento del coche bajo el peso de una somnolencia irremediable, con la luz muerta de las calles en los ojos. De vez en cuando, el bamboleo del carruaje la levantaba del asiento, pequeños saltos que interrumpían el movimiento de su cuerpo que iba siguiendo el compás del coche. Los enemigos de Cara de Ángel contaban que el favorito ya no estaba en el candelero, insinuando en el Círculo de los amigos del Señor Presidente que en vez de llamarle por su nombre, le llamaran Miguel Canales. Mecido por el brincoteo de las llantas, Cara de Ángel saboreaba de antemano el susto que se iban a llevar al verlo en la fiesta.
El coche, desencadenado de la pedriza de las calles, se deslizó por una pendiente de arena fina como el aire, con el ruido aguacalado entre las ruedas. Camila tuvo miedo; no se veía nada en la oscuridad del campo abierto, aparte de los astros, ni oía nada bajo el sereno que mojaba, sólo el canto de los grillos; tuvo miedo y se crispó como si la arrastraran a la muerte por un camino o engaño de camino, que de un lado limitaba el abismo hambriento, y de otro el ala de Lucifer extendida como una roca en las tinieblas.
—¿Qué tienes? —le dijo Cara de Ángel, tomándola suavemente de los hombros para apartarla de la portezuela.
—¡Miedo!
—¡Isht, calla!...
—Este hombre nos va a embarrancar. Dile que no vaya tan ligero; ¡díselo! ¡Qué sin gracia! Parece que no sientes. ¡Díselo!, tan mudo...
—En estos carruajes... —empezó Cara de Ángel, mas le izo callar un apretón de su esposa y el golpe en seco de los resortes. Creyeron rodar al abismo.
—Ya pasó —se sobrepuso aquél—, ya pasó, es... Las ruedas se deben haber ido en una zanja...
El viento soplaba en lo alto de las rocas con quejidos de velamen roto. Cara de Ángel sacó la cabeza por la portezuela para gritar al cochero que tuviera más cuidado. Éste volvió la cara oscura, picada de viruelas, y puso los caballos a paso de entierro.
El carruaje se detuvo a la salida de un pueblecito. Un oficial encapotado avanzó hacia ellos haciendo sonar las espuelas, los reconoció y ordenó al cochero que siguiera. El viento suspiraba entre las hojas de los maizales resecos y tronchados. El bulto de una vaca se adivinaba en un corral. Los árboles dormían. Doscientos metros más adelante se acercaron a reconocerlos dos oficiales, pero el carruaje casi no se detuvo. Y ya para apearse en la residencia presidencial, tres coroneles se acercaron a registrar el carruaje.
Cara de Ángel saludó a los oficiales del Estado Mayor. (西班牙留學(xué)網(wǎng)xibanya.liuxue86.com) Tibia nostalgia de nido flotaba en la noche inexplicablemente grande vista desde ahí. Un farolito señalaba en el horizonte el sitio en que velaba, al cuidado del señor Presidente de la República, un fuerte de artillería.
Camila bajó los ojos delante de un hombre de ceño mefistofélico, cargado de espaldas, con los ojos como tildes de eñes y las piernas largas y delgadas. En el momento en que ellos pasaban, este hombre alzaba el brazo con lento ademán y abría la mano, como si en lugar de hablar fuese a soltar una paloma.
—Parthenios de Bithania —decía— fue hecho prisionero en la guerra de Mitrídates y llevado a Roma, enseñó el alejandrino.
De él lo aprendimos Propercio, Ovidio, Virgilio, Horacio y yo... Dos señoras de avanzada edad conversaban a la puerta de la sala en que el Presidente recibía a sus invitados.
—Sí, sí —decía una de ellas pasándose la mano por el peinado de rodete—, ya yo le dije que se tiene que reelegir.
—Y él, ¿qué le contestó? Eso me interesa...
—Sólo me sonrió, pero yo sé, que sí se reelegirá. Para nosotros, Candidita, es el mejor Presidente que hemos tenido. Con decirle que desde que él está, Moncho, mi marido, no ha dejado de tener buen empleo.
A espaldas de estas señoras el Tícher pontificaba entre un grupo de amigos:
—A la que se da casa, es decir, a la casada, se le saca como una casaca.
—El señor Presidente preguntó por usted —iba diciendo el auditor de Guerra a derecha e izquierda—, el señor Presidente preguntó por usted, el señor Presidente preguntó por usted...
—¡Muchas gracias! —le contestó el Tícher.
—¡Muchas gracias! —se dio por aludido un «jockey» negro, de las piernas en horqueta y los dientes de oro.
Camila habría querido pasar sin que la vieran. Pero imposible. Su belleza exótica, sus ojos verdes, descampados, sin alma, su cuerpo fino, copiado en el traje de seda blanco, sus senos de media libra, sus movimientos graciosos, y, sobre todo, su origen: hija del general Canales.
Una señora comentó en un grupo:
—No vale la pena. Una mujer que no se pone corsé... Bien se ve que era mengala...
—Y que mandó a arreglar su vestido de casamiento para salir a las Fiestas —murmuró otra.
—¡Los que no tienen como figurar, figúrense! —creyó oportuno agregar una dama de pelo ralo.
—¡Ay, qué malas somos! Yo dije lo del vestido porque se ve que están pobres.
—¡Claro que están pobres, en lo que está usted! —observó la del cabello ralo, y luego añadió en voz baja—: ¡Si dicen que el señor Presidente no le da nada desde que casó con ésta!...
—Pero Cara de Ángel es muy de él...
—¡Era!, dirá usted. Porque según dicen —no me lo crean a mí— este Cara de Ángel se robó a la que es su mujer para echarle pimienta en los ojos a la policía, y que su suegro, el general, pudiera escaparse; ¡y así fue como se escapó!
Camila y Cara de Ángel seguían avanzando por entre los invitados hacia el extremo de la sala en que se encontraba el Presidente. Su Excelencia conversaba con un canónigo, doctor Irrefragable, en un grupo de señoras que al aproximarse al amo se quedaban con lo que iban diciendo metido en la boca, como el que se traga una candela encendida, y no se atreve a respirar ni a abrir los labios; de banqueros con proceso pendiente y libres bajo fianza; de amanuenses jacobinos que no apartaban los ojos del señor Presidente, sin atreverse a saludarlo cuando él los miraba, ni a retirarse cuando dejaba de fijarse en ellos; de las lumbreras de los pueblos, con el ocote de sus ideas políticas apagado y una brizna de humanismo en su dignidad de pequeñas cabezas de león ofendidas al sentirse colas de ratón.
Camila y Cara de Ángel se aproximaron a saludar al Presidente. Cara de Ángel presentó a su esposa. El amo dispensó a Camila su diestra pequeñita, helada al contacto, y apoyó sobre ella los ojos al pronunciar su nombre, como diciéndole: «¡fíjese quién soy!». El canónigo, mientras tanto, saludaba con los versos de Garcilaso la aparición de una beldad que tenía el nombre y singular de la que amaba Albanio:
¡Una obra sola quiso la Natura
Hacer como ésta, y rompió luego apriesa
La estampa do fue hecha tal figura!
Los criados repartían champaña, pastelitos, almendras saladas, bombones, cigarrillos. El champaña encendía el fuego sin llama del convite protocolar y todo, como por encanto, parecía real en los espejos sosegados y ficticio en los salones; así como el sonido hojoso de un instrumento primitivamente compuesto de tecomates y va civilizado de cajoncitos de muerto.
—General... —resonó la voz del Presidente—, haga salir a los señores, que quiero cenar solo con las señoras...
Por las puertas que daban frente a la noche clara fueron saliendo los hombres en grupo compacto sin chistar palabra, cuáles atropellándose por cumplir presto la orden del amo, cuáles por disimular su enojo en el apresuramiento. Las damas se miraron sin osar recoger los pies bajo las sillas.
—El Pueta puede quedarse... —insinuó el Presidente.
Los oficiales cerraron las puertas. El Poeta no hallaba dónde colocarse entre tanta dama.
—Recite, Pueta —ordenó el Presidente—, pero algo bueno; el Cantar de los Cantares...
Y el Poeta fue recitando lo que recordaba del texto de Salomón.
Canción de Canciones la cual es de Salomón.
¡Oh si él me besara con ósculos de su boca!
Morena soy, oh hijas de Jerusalén,
Mas codiciable
Como las tiendas de Salomón.
No miréis en que soy morena
Porque el sol me miró...
Mi amado es para mí un manojito de mirra
Que reposa entre mis pechos...
Bajo la sombra del deseado me senté
Y su fruto fue dulce a mi paladar.
Llevóme a la cámara del vino
Y la bandera sobre mí fue amor...
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,
Que no despertéis ni hagáis velar al amor,
Hasta que quiera
Hasta que quiera...
He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;
Tus ojos entre tus guedejas como de paloma;
Tus cabellos como manada de cabras;
Tus dientes como manada de ovejas
Que suben del lavadero,
Todas son crías mellizas
Y estéril no hay entre ellas...
Sesenta son las reinas y ochenta las concubinas...
El Presidente se levantó funesto. Sus pasos resonaron como pisadas del jaguar que huye por el pedregal de un río seco. Y desapareció por una puerta azotándose las espaldas con los cortinajes que separó al pasar.
Poeta y auditorio quedaron atónitos, pequeñitos, vacíos, malestar atmosférico de cuando se pone el sol. Un ayudante anunció la cena. Se abrieron las puertas y mientras los caballeros que habían pasado la fiesta en el corredor ganaban la sala tiritando, el Poeta vino hacia Camila y la invitó a cenar. Ella se puso en pie e iba a darle el brazo cuando una mano le detuvo por detrás. Casi da un grito. Cara de Ángel había permanecido oculto en una cortina a espaldas de su esposa; todos le vieron salir del escondite.
La marimba sacudía sus miembros entablillados atada a la resonancia de sus cajones de muerto.
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西班牙語(yǔ)沒(méi)有英語(yǔ)這么復(fù)雜的發(fā)音規(guī)則。他幾乎每一個(gè)字母都只有一個(gè)特定的音,我舉個(gè)例子,a這個(gè)字母無(wú)論何時(shí)都發(fā)“阿”這個(gè)音,e發(fā)“唉”(口型小點(diǎn),跟英語(yǔ)里的e差不多)。西班牙語(yǔ)只有一個(gè)音是比較難發(fā)的,那就是r這個(gè)字母,他發(fā)的是大舌顫音,其實(shí),西班牙語(yǔ)最難得不是他的發(fā)音,而是他的語(yǔ)法和動(dòng)詞變位。你一學(xué)就知道了,背的東西太多。還有,他的語(yǔ)速不是一般的快,你要做好心理準(zhǔn)備,和英語(yǔ)不是一個(gè)數(shù)量級(jí)的??!我建議你最好提前買(mǎi)一本西班牙語(yǔ)看看,因?yàn)樗扔⒄Z(yǔ)難學(xué)的多的多 。
1. 西班牙語(yǔ)屬于拉丁語(yǔ)系,比英語(yǔ)要科學(xué),是不要音標(biāo)的拼音文字,掌握發(fā)音規(guī)則后就能夠”見(jiàn)詞發(fā)音”。短短的入門(mén),學(xué)的好,就可以地道流利地讀出所有的西班牙文章,這是第一關(guān)!西班牙諺語(yǔ)中把最難做的事情比做”學(xué)漢語(yǔ)”,可見(jiàn)有中文水平的人學(xué)西班牙不是成了最容易的事了?
2. 西班牙語(yǔ)的小舌音,卷舌連續(xù)抖動(dòng)的r、rr是中國(guó)人的難點(diǎn),竅門(mén)有三。一、發(fā)音前多加上“德拉”;二、利用漱口的時(shí)候,多延時(shí)5分鐘——“嘟魯魯”;三、堅(jiān)持2-4周利用上下班和無(wú)人的時(shí)候,練習(xí)卷舌,以上三點(diǎn)定會(huì)讓你有“西班牙”味!還有些音是要聲帶鎮(zhèn)動(dòng)的,要注意!
3. 掌握西班牙語(yǔ)動(dòng)詞的變位也是個(gè)要死記硬背,熟能生巧的活!他的變化是為了口語(yǔ)交流中大量的省略主語(yǔ),口語(yǔ)的方便帶來(lái)的動(dòng)詞變位頭痛是每一個(gè)有志學(xué)好西班牙語(yǔ)的人要克服的難關(guān)。有人說(shuō):“流利地讀,熟練變位”掌握好了,西班牙語(yǔ)就學(xué)會(huì)了一半??!初學(xué)者就沒(méi)有白學(xué)!你也知道了重點(diǎn)在哪里了,可以集中精力去攻哪一塊了。
4. 有點(diǎn)英語(yǔ)基礎(chǔ)的人,會(huì)發(fā)現(xiàn)西班牙語(yǔ)單詞在多數(shù)主要單詞詞干上非常接近,這樣大家學(xué)習(xí)起來(lái)又省了些勁!
5. 學(xué)習(xí)任何外國(guó)語(yǔ),要以模仿開(kāi)口為優(yōu)先,背會(huì)一句就應(yīng)用一句,這樣就算掌握了。不要,先糾語(yǔ)法一堆,就是不敢開(kāi)口!講錯(cuò)了,因?yàn)槟闶峭鈬?guó)人,別人的背景比你大,所以人家仍然能聽(tīng)懂你,就象外國(guó)人講漢語(yǔ),即使很不準(zhǔn),你也能聽(tīng)懂,搞明白,會(huì)原諒他的不標(biāo)準(zhǔn)的。膽子大是第一啊,有人說(shuō)過(guò),你學(xué)外語(yǔ)多數(shù)都不是為了當(dāng)電臺(tái)標(biāo)準(zhǔn)播音員吧,何況,即使母語(yǔ)能挑上當(dāng)播音員的又有幾個(gè)?降低標(biāo)準(zhǔn),抓住重點(diǎn),能繞開(kāi)你學(xué)語(yǔ)言的誤區(qū)!
2012年02月22日 《學(xué)西班牙語(yǔ):西班牙語(yǔ)閱讀《總統(tǒng)先生》西班牙語(yǔ)(35)》來(lái)源于西班牙留學(xué)https://xibanya.liuxue86.com