《一千零一夜》連載三十五h
En espera de que regresasen, Aladino, que veía que el rey empezaba a estar inquieto por el resultado de la empresa y que interiormente se regocijaba en extremo de la cosa, quiso distraerle con un concierto. E hizo una seña a uno de los jóvenes efrits esclavos suyos, el cual hizo entrar al punto un grupo de cantarinas, tan hermosas, que cada una de ellas podía decir a la luna: “¡Levántate para que me siente en tu sitio!”, y dotadas de una voz encantadora que podía decir al ruiseñor ¡Cállate para escuchar cómo canto!” Y en efecto, consiguieron con la armonía que el rey tuviese un poco de paciencia.
Pero en cuanto llegaron los guardias el sultán entregó en seguida a joyeros y orfebres las pedrerías procedentes del despojo de las consabidas personas ricas, y es dijo: “Y bien, ¿qué tenéis que decir ahora?” Ellos contestaron: “¡Por Alah, ¡oh señor, nuestro! que aun nos falta mucho! ¡Y necesitaremos ocho veces más materiales que los que poseemos al presente! ¡Además, para hacer bien este trabajo, precisamos por lo menos un plazo de tres meses, poniendo manos a la obra de día y de noche!”
Al oír estas palabras, el rey llegó al límite el desaliento y de la perplejidad, y sintió alargársele la nariz hasta los pies de lo que le avergonzaba su impotencia en circunstancias tan penosas para su amor propio. Entonces Aladino, sin querer ya prolongar más la prueba a la que le hubo de someter, y dándose, por satisfecho, se encaró con los orfebres y joyeras, y les dijo: “¡Recoged lo que os pertenece y salid!” Y dijo a los guardias: “¡Devolved las pedrerías a sus dueños!” Y dijo al rey. “¡Oh rey del tiempo! ¡no sería bien que admitiera de ti yo lo que te di una vez! ¡Te ruego, pues, veas con agrado que te restituya yo estas frutas de pedrerías y te reemplace en lo que falta hacer para llevar a cabo la ornamentación de esa ventana! ¡Solamente te suplico que me esperes en el aposento de mi esposa Badrú’l-Budur, porque no puedo trabajar ni dar ninguna orden cuando sé que me están mirando!” Y el rey se retiró con su hija Badrú’l-Budur para no importunar a Aladino.
Entonces Aladino sacó del fondo de un armario de nácar la lámpara mágica; que había tenido mucho cuidado de no olvidan en la mudanza de la antigua casa al palacio, y la frotó como tenía por costumbre hacerlo. Y al instante apareció el efrit y se inclinó ante Aladino esperando sus órdenes. Y Aladino le dijo: “¡Oh efrit de la lámpara! ¡te he hecho venir para que hagas, de todo punto semejante a sus hermanas, la ventana número noventa y nueve!” Y apenas había él formulado está petición cuando desapareció el efrit. Y oyó Aladino como una infinidad de martillazos- y chirridos de limas en la ventana consabida; y en menos tiempo del que el sediento necesita para beberse un vaso de agua fresca, vio aparecer y quedar rematada la milagrosa ornamentación de pedrerías de la ventana. Y no pudo encontrar la diferencia con las otras. Y fue en busca del sultán y le rogó que le acompañara a la sala de la cúpula.
Cuando el sultán llegó frente a la ventana, que había visto tan imperfecta unos instantes antes, creyó que se había equivocado de sitio, sin poder diferenciarla de las otras. Pero cuando después de dar la vuelta varias veces a la cúpula, comprobó que en tan poco tiempo se había hecho aquel trabajo, para cuya terminación exigían tres meses enteros todos los joyeros y orfebres reunidos, llegó al límite de la maravilla, y besó a Aladino entre ambos ojos, y le dijo: ¡Ah! ¡hijo mío Aladino, conforme te conozco más, me pareces más admirable!” Y envió a buscar al gran visir, y le mostró con el dedo la maravilla que le entusiasmaba, y le dijo con acento irónico: “Y bien, visir, ¿qué te parece`?” Y el visir, que no se olvidaba de su antiguo rencor, se convenció cada vez más, al ver la cosa, de que Aladino era un hechicero, un herético y un filósofo alquimista. Pero se guardó mucho de dejar translucir sus pensamientos al sultán, a quien sabía muy adicto a su nuevo yerno, y sin entrar en conversación con él le dejó con su maravilla y se limitó a contestar: “¡Alah es el más grande!”
Y he aquí que, desde aquel día, el sultán no dejó de ir a pasar, después del diván; algunas horas cada tarde en compañía de su yerno Aladino y de su hija Badrú’l-Budur, para contemplar las maravillas del palacio, en donde siempre encontraba cosas nuevas más admirables que las antiguas, y que le maravillaban y le transportaban.
En cuanto a Aladino, lejos de envanecerse con lo agradable de su nueva vida, tuvo cuidado de consagrarse, durante las horas que no pasaba con su esposa Badrú't-Budur, a hacer el bien a su alrededor y a informarse de las gentes pobres para socorrerlas. Porque no olvidaba su antigua condición y la miseria en que había vivido con su madre en los años de su niñez. Y además, siempre que salía a caballo se hacía escoltar por algunos esclavos que, siguiendo órdenes suyas, no dejaban de tirar en todo el recorrido puñados de dinares de oro a la muchedumbre que acudía a su paso. Y a diario, después de la comida de mediodía y de ta noche, hacía repartir entre los pobres las sobras de su mesa, que bastarían para alimentar a más de cinco mil personas. Así es que su conducta tan generosa y su bondad y su modestia le granjearon el afecto de todo el pueblo y le atrajeron las bendiciones de todos los habitantes. Y no había ni uno que no jurase por su nombre y por su vida. Pero lo que acabó de conquistarle los corazones y cimentar su fama fue cierta gran victoria que logro sobre unas tribus rebeladas contra el sultán, y donde había dado prueba de un valor maravilloso y de cualidades guerreras que superaban á las hazañas de los héroes más famosos. Y Badrú’l-Budur le amó cada vez mas, y cada vez felicitóse mas de su feliz destino que le había dado por esposo al único hombre que se la merecía verdaderamente. Y de tal suerte vivió Aladino varios años de dicha perfecta entre su esposa y su madre, rodeado del afecto y la abnegación de grandes y pequeños, y más querido y más respetado que el mismo sultán, quien, por cierto continuaba teniéndole en alta estima y sintiendo por él una admiración ilimitada. ¡Y he aquí lo referente a Aladino!
¡He aquí ahora lo que se refiere al mago maghrebín a quien encontramos al principio de todos estos acontecimientos y que, sin querer, fue causa de la fortuna de Aladino!
Cuando abandonó a Aladino en el subterráneo, para dejarle morir de sed y de hambre, se volvió a su país al fondo del Maghreb lejano. Y se pasaba el tiempo entristeciéndose con el mal resultado de su expedición y lamentando las penas y fatigas que había soportado tan vanamente para conquistar la lámpara mágica. Y pensaba en la fatalidad que le había quitado de los labios el bocado que tanto trabajo le costó confeccionar. Y no transcurría día sin que el recuerdo lleno de amargura de aquellas cosas asaltase su memoria y le hiciese maldecir a Aladino y el momento en que se encontró con Aladino. Y un día que estaba más lleno de rencor que de ordinario acabó por sentir curiosidad por los detalles de la muerte de Aladino. Y a este efecto, como estaba muy versado en la geomancia, cogió su mesa de arena adivinatoria, que hubo de sacar del fondo de un, armario, sentóse sobre una estera cuadrada en medio de un círculo trazado con rojo, alisó la arena, arregló los granos machos y los granos hembras, las madres y las hijos, murmuró las fórmulas geomanticas, y dijo: “Está bien, ¡oh arena! veamos. ¿Qué ha sido de la lámpara mágica? ¿Y cómo murió ese miserable, que se llamaba Aladino?” Y pronunciando estas palabras agitó la arena con arreglo al rito. Y he aquí que nacieron las figuras y se formó el horóscopo. Y el maghrebín, en el límite de la estupefacción, después de un examen detallado de las figuras del horóscopo, descubrió sin ningún género de duda que Aladino no estaba muerto, sino muy vivo, que era dueño de la lámpara mágica, y que vivía con esplendor, riquezas y honores, casado con la princesa Badrú’l-Budur, hija del rey de
Cuando el mago se enteró de tal suerte, por medio de las operaciones de su geomancia y de su descreimiento, de aquellas cosas que estaba tan lejos de esperarse, espumajeó de rabia y escupió al aire y al suelo, diciendo: “Escupo en tu cara. Piso tu cabeza, ¡oh Aladino! ¡oh pájaro de horca! ¡oh rostro de pez y de brea!..
En éste, momento de su narración, Schahrazaa vio aparecerla mañana, y se calló discretamente.
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西班牙語(yǔ)沒(méi)有英語(yǔ)這么復(fù)雜的發(fā)音規(guī)則。他幾乎每一個(gè)字母都只有一個(gè)特定的音,我舉個(gè)例子,a這個(gè)字母無(wú)論何時(shí)都發(fā)“阿”這個(gè)音,e發(fā)“唉”(口型小點(diǎn),跟英語(yǔ)里的e差不多)。西班牙語(yǔ)只有一個(gè)音是比較難發(fā)的,那就是r這個(gè)字母,他發(fā)的是大舌顫音,其實(shí),西班牙語(yǔ)最難得不是他的發(fā)音,而是他的語(yǔ)法和動(dòng)詞變位。你一學(xué)就知道了,背的東西太多。還有,他的語(yǔ)速不是一般的快,你要做好心理準(zhǔn)備,和英語(yǔ)不是一個(gè)數(shù)量級(jí)的??!我建議你最好提前買(mǎi)一本西班牙語(yǔ)看看,因?yàn)樗扔⒄Z(yǔ)難學(xué)的多的多 。
1. 西班牙語(yǔ)屬于拉丁語(yǔ)系,比英語(yǔ)要科學(xué),是不要音標(biāo)的拼音文字,掌握發(fā)音規(guī)則后就能夠”見(jiàn)詞發(fā)音”。短短的入門(mén),學(xué)的好,就可以地道流利地讀出所有的西班牙文章,這是第一關(guān)!西班牙諺語(yǔ)中把最難做的事情比做”學(xué)漢語(yǔ)”,可見(jiàn)有中文水平的人學(xué)西班牙不是成了最容易的事了?
2. 西班牙語(yǔ)的小舌音,卷舌連續(xù)抖動(dòng)的r、rr是中國(guó)人的難點(diǎn),竅門(mén)有三。一、發(fā)音前多加上“德拉”;二、利用漱口的時(shí)候,多延時(shí)5分鐘——“嘟魯魯”;三、堅(jiān)持2-4周利用上下班和無(wú)人的時(shí)候,練習(xí)卷舌,以上三點(diǎn)定會(huì)讓你有“西班牙”味!還有些音是要聲帶鎮(zhèn)動(dòng)的,要注意!
3. 掌握西班牙語(yǔ)動(dòng)詞的變位也是個(gè)要死記硬背,熟能生巧的活!他的變化是為了口語(yǔ)交流中大量的省略主語(yǔ),口語(yǔ)的方便帶來(lái)的動(dòng)詞變位頭痛是每一個(gè)有志學(xué)好西班牙語(yǔ)的人要克服的難關(guān)。有人說(shuō):“流利地讀,熟練變位”掌握好了,西班牙語(yǔ)就學(xué)會(huì)了一半??!初學(xué)者就沒(méi)有白學(xué)!你也知道了重點(diǎn)在哪里了,可以集中精力去攻哪一塊了。
4. 有點(diǎn)英語(yǔ)基礎(chǔ)的人,會(huì)發(fā)現(xiàn)西班牙語(yǔ)單詞在多數(shù)主要單詞詞干上非常接近,這樣大家學(xué)習(xí)起來(lái)又省了些勁!
5. 學(xué)習(xí)任何外國(guó)語(yǔ),要以模仿開(kāi)口為優(yōu)先,背會(huì)一句就應(yīng)用一句,這樣就算掌握了。不要,先糾語(yǔ)法一堆,就是不敢開(kāi)口!講錯(cuò)了,因?yàn)槟闶峭鈬?guó)人,別人的背景比你大,所以人家仍然能聽(tīng)懂你,就象外國(guó)人講漢語(yǔ),即使很不準(zhǔn),你也能聽(tīng)懂,搞明白,會(huì)原諒他的不標(biāo)準(zhǔn)的。膽子大是第一啊,有人說(shuō)過(guò),你學(xué)外語(yǔ)多數(shù)都不是為了當(dāng)電臺(tái)標(biāo)準(zhǔn)播音員吧,何況,即使母語(yǔ)能挑上當(dāng)播音員的又有幾個(gè)?降低標(biāo)準(zhǔn),抓住重點(diǎn),能繞開(kāi)你學(xué)語(yǔ)言的誤區(qū)!
2012年02月22日 《西班牙語(yǔ):西班牙語(yǔ)閱讀《一千零一夜》連載三十五h》來(lái)源于西班牙留學(xué)https://xibanya.liuxue86.com